martes, 3 de noviembre de 2009

UN DÍA AL PEDO

- Para mañana a primera hora te tengo lista la camioneta. Antes no, Ade.
Con estas palabras Beto, mi mecánico, sentenció el resto de mi martes. Y no había lugar para apelación. Un mecánico de ley no da pie a cambios horarios o regateos: el laburo está cuando te dice y cuesta lo que te manifiesta. Quien quiera modificar esos términos, rumbea al fracaso.
Hice caminando las tres cuadras que me separaban del ciber de la Mabel del lado del solcito, silbando distraídamente y consciente de mi desocupación temporaria.
La Turca estaba controlando un pedido para el kiosco de espaldas a mí, por lo que decidí tomarla por detrás de sorpresa y asustarla un poco. Me fui acercando lentamente y haciéndole seña de silencio al Eze que estaba en la primera pc. A cinco centímetros de su cintura, la guacha dijo:
- Ni se te ocurra, boludazo, te vi en el reflejo de la vitrina.
Retiré las manos presurosamente y la saludé:
- Qué hacés, piba?
- No ves? Laburando, ¿y vos? ¿qué hacés acá a esta hora?
- Llevé la “Poderosa” a lo de Beto porque hacía un ruidito en el motor y ahora se la tuve que dejar hasta mañana.
- O sea, vas a estar al pedo todo el día.
- Así parece, ¿te molesta?
- Mientras no me jodas...
- Vos hacé lo tuyo y yo lo mío.
Y me fui con Eze a ver en que estaba ocupado.
- Cómo va, nene? ¿Qué hacés?
- Hola tío. Nada, acá, renegando con un diseño para un volante.
Ahí nomás le empecé a preguntar y repreguntar sobre el trabajo. Se puso entretenido. Bah, eso creía, porque en un momento el Eze me dice:
- Tío, no te enojés, pero tengo dos opciones: o te doy bola a vos o termino el laburo. Adiviná que elegí.
- El laburo, no?
Lo dejé al ingrato con sus dibujitos y encaré hacia la Mabel. Me frenó antes de arrimarme.
- Si no tenés nada que hacer, no lo vengas a hacer acá.
- Eehhh, que mala onda.
- Nada de mala onda. Si me hablás, me confundo. O te quedás mudo o seguí tu ruta.
- Má siii, loco, me voy al Clú. Morfo allá.
- Dale, pero esta noche se come lo del mediodía.
Y me piré sin saludar, por desconsiderados hacia mi ocio involuntario.

En el Clú las cosas no tenían mayor ritmo. El Rengo limpiaba el buffet y el Pollo barría el salón, cantando algo en su idioma natal (sonaba reggae, no sé). Me arrimo a la barra y saludando, digo:
- Rengo, ¿qué hay para morfar?
- Solo hay fiambre, pero hay que hacerlos a los sánguches.
- Bueno, haceme un familiar de jamón y qu...
- Ade, estoy limpiando ahora ¿Podría el excelentísimo presidente de la entidad atenderse solo?
Había un tono de fastidio en su expresión que no escapó a mi percepción, por lo que decidí obviarlo y pasar del otro lado de la barra. Me preparé un sandwich generoso y agarré una latita de Quilmes, mientras pude percatarme de que el Rengo tomaba nota de mi “pedido”.
- Para anotar lo que consumo sí tenés tiempo, no?
No me contestó y, guardando la libretita, siguió con sus quehaceres.

Después de almorzar (tarde), me puse a leer el suple deportivo del diario. Estaba en eso cuando hizo su entrada el Cadena, quien pasó presuroso a mi lado rumbo al fondo del Clú.
- Qué hacé, trastornado? No saludás?
- Qué hacé, Ade? Disculpá, estoy reapurado, vengo a buscar el taladro que se me cayó una repisa en casa.
- Vení, gil, vamos a jugar al pool.
- Qué parte no entendiste que “estoy apurado”?
- Andá a cagar, amargo.
Y me fui para la puerta, a ver si pasaba algo más interesante. Que embole, por Diosssssss.
Apenas me recosté en el marco apareció la Lily, la tetona de al lado. Se me vinieron encima, ella y sus dos gomas, que parecen tener vida propia.
- Ade, cuando me van a pagar lo del cable? Ya van dos meses que me deben y necesito llamar al plomero para que me destape el desagüe del lavadero.
Le iba a dar una excusa del repertorio que tengo para estos casos, pero cuando me percaté que la Lily lo relojeaba al Pollo que estaba limpiando, del lado de adentro, las ventanas, se me ocurrió algo:
- Che Lily, para qué vas a gastar en el plomero? Si querés, te mando al Pollo para que te destape la cañería.
La Lily me miró como con desconfianza, no sabiendo si le hablaba en serio o le estaba haciendo una broma de doble sentido. Pero me siguió la corriente.
- Y el Pollo sabe de eso?
- Cóóómo??? Más vale, se da maña para eso y muchas cosas más.
Ahí la Lily hizo una sonrisa cómplice y me guiñó un ojo.
- Bueno, mandámelo. Si hace las cosas bien, capaz que un mes no te cobro, si?
- Hecho Lily, yo le digo.
Un problema menos. Si el nigeriano se esmeraba, en una de esas teníamos cable eternamente.
Mientras pensaba esto, apareció delante de mí el Corcho, el borracho del barrio. Un tipo tranquilo, manso, que no jode a nadie y todos quieren, pero manguero como él solo.
- Ade, disculpá, no tené unos mangos pa’ la birra?
- Hacé una cosa, Corchito. Andá hasta el buffet y decile al Rengo que te dé un porrón y lo ponga en mi cuenta.
Al tipo se lo vió incómodo, como que le costaba lo que iba a decir.
- Vó perdoná Ade, pero ustedes tienen Quilmes y yo prefiero Heineken, que venden en el almacén de la otra cuadra.
Un comentario así merecería, como mínimo, una patada en las encías del que lo emitiere. Pero, en su incoherencia, el tipo tenía su razón. Asi que, dándole un billete de dos pesos, le dije:
- Si, tenés razón Corcho, disculpá.
- Todo bien Ade, vó no sabías.
- Si, gracias por ser tan comprensivo.
- Olvidate, chau y gracias.
- A vos, chau.
En fin, hay gente peor.
En eso se escuchó el ruido de tacos de mujer muy característico. Era el Oscarcito, el trava, un pibe de 22 años que había asumido su condición.
- Qué decís Osc... no, Daiana era?
- Hola Ade, no, ya no. Ahora soy Fran.
- Por Francisco?
- Nooo, por Francine.
- Ok. Che, Fran, no está medio fresco como para mini?
- Y si, pero si me pongo el vaquero ajustado se marca mucho el bulto y con la pollerita levanto más.
- Ta’ bien, vos conocés tu negocio.
Justo apareció el Mamasa, quien con cara de culo (bueno, siempre anda asi), me saludó con la cabeza e hizo un gesto de desagrado al ver a Fran.
- Y a éste que le pasa? –me pregunta Fran despectivamente.
- Es homofóbico.
- Ah, mirá vos. No sabía que era puto el Mamasa.
- No, bolu. Homosexual no, homofóbico, que no le gustan los gays.
- Ahh, bueno, a mí tampoco me gusta él.
- Uy, no le cuento eso que decis, a ver si se pone mal.
- Jaaaa, que loco. Bueno, me voy a mi esquina, nos vemos.
- Chau nena, cuidate.
- Siempre y saludos a la Turca.
Y se alejó contoneándose como una diosa.
Decidí que era la ocasión de regresar a mi cueva hogareña y ver si el día podía terminar mejor que hasta el momento.
Que iluso.

La Mabel estaba acomodando las cajitas de los dividís cuando llegué al ciber. Tenía puesto el jeans que me gusta a mí, el que le marca bien la cola. Una sensación lujuriosa atravesó mi ser y pensé que el día podía terminar de la mejor forma.
La tomé de la cintura y le di un beso en el cuello, que sé que le encanta. Se dio vuelta y con una media sonrisa, dijo:
- Ah, sos vos.
- No, Mr. Músculo soy. ¿A quién esperabas? –contesté fastidioso.
- A nadie, salamín. Lo que pasa es que estaba concentrada controlando las cajitas. Me parece que me chorearon un par de las pornos, manga de jeropas.
- Hmmm, porno... Excitante, no?
- ¿Qué te pasa, galán? ¿Andás mimoso?
- ¿Vos no? –le contesté acercándola hacia mi.
- Hoy vas muerto, corazón –me dijo, acariciándome la cara.
- ¿Por? –dije algo angustiado.
- Porque esta tarde me vino la regla y parece que con todo. Me duele hasta el alma. ¿No te enojás, no?
- Ehhh... Noooo, ta’ bien, no pasa nada bebé. Lo dejamos para otro día. Total... nadie se va a morir, no?
- Bueno, dale. Yo no voy a cenar hoy, te dejo la comida lista y me voy a recostar, estoy muerta.
- Listo. No te hagas dramas, yo me atiendo solito. Te ayudo a cerrar el boliche que es tarde, si?
- Dale, gracias amor.
Y giró para ir a apagar las pc, mientras yo me iba a encargar de bajar la persiana.
Me quedé un momento parado viéndola, levanté la vista al cielo y murmuré:
- Ni esto me vas a dar, Barba? Una sola te pido para que el día valga la pena, pero no. Y la reconcha de la loraaaaa...

Eran las 23:30, en media hora se iba este día de mierda. La Mabel estaba profundamente dormida. Me quedé recostado a su lado haciendo zapping hasta que me hinché y fui a la cocina a picar algo. Obviamente, no había nada. Manoteé un pedazo de queso de rallar, algo de mayonesa que quedaba en el cadáver del sobrecito y un cacho de pan medio duro. No había más jugo, pero no me sorprendió, ya que este día iba a ser así hasta el final.
Mientras comía estos mendrugos me fijé en el almanaque colgado al lado de la heladera y se me ocurrió que, por lo menos ahí en el calendario, este martes podía “desaparecer”. Así que tomé la tijera del cajón de costura y me fui decidido a hacer justicia.
Estaba en esta pelotudez, cuando se oyó que alguien entraba a la casa. Era la Jessi, la hija de Mabel.
- Ade, qué hacés levantado a esta hora?
- Yo nada, y vos? No tenías que venir a las 10?
- Ah si, pero a mi viejo se le complicó y me trajo más tarde –dijo, mientras abría la puerta de la heladera y sacaba una banana que había escapado a mi requisa.
- Que raro
- ¿Qué raro qué?
- Nada, porque tu viejo llamó a las 10 y media preguntando si ya habías llegado.
La piba pareció atragantarse y tosió un poco, poniéndose colorada.
- ¿Si? Eh... no sé... Ah, me quedé hablando con... la Mirta, eso.
- ¿Por qué me verseás?
- Yo no te verseo –contestó airadamente.
- Tu viejo te mandó a las 10 y vos te fuiste a lo del Lalo.
- ¿Qué decis? ¿Cómo sabés?
- Porque me preocupé e hice unos llamados para que te ubicaran.
- ¿Y quién sos vos para controlarme asi? –dijo ya furiosa.
- Soy la pareja de tu vieja y me siento responsable de vos.
- Pero no sos mi viejo.
- No, ni lo quiero ser. Ya tengo mis hijos. Pero vivimos todos acá y tenemos que saber en donde estamos.
- ¿Qué? ¿Sos el Padrino?
- Mirá pendeja. Si vos querés andar con ese boludito del Lalo, es problema tuyo, pero a la Mabel no le vas a amargar la vida quedándote en la calle a esta hora.
- Ya soy grande para andar solita.
- ¡Grande las pelotas! Tenés 16 años recién y la cosa no está como para andar sola por el barrio a la noche.
- ¡Pero si no me pasó nada!
- No te pasó porque te estaban vigilando gente amiga.
- ¿¿¿Mandaste gente a seguirme???
- A cuidarte, pavota.
- Sos un mafioso.
- Y vos una atrevida. Si te pasaba algo, tu vieja se muere. Y yo no iba a permitir eso. Vos sabés que si la Mabel estornuda, yo me resfrío. Aparte sos una gila.
- ¿Por?
- Porque si hubieras confiado en mi, me avisabas y yo te iba a buscar del pendejo otario y todo solucionado.
- No es otario y no salgo con él.
- Pero él si quiere salir con vos.
- También sabés eso?
- En el barrio se sabe todo, si sabés escuchar –dije, ya más calmado.
La Jessi se quedó de brazos cruzados, rumiando alguna puteada, pero al final dijo:
- Bueno, mejor me voy a dormir, mañana tengo examen.
- Ok, y tratá de no ser tan egoísta la próxima vez. Todos nos preocupamos por vos.
Y me senté a tratar de recordar que iba a hacer con la tijera que tenía en la mano.
Ahí fue cuando sentí los brazos de la nena que me rodeaban por detrás y mientras me daba un beso en la cabeza, me dijo:
- Sos un guardabosque, pero igual te quiero mucho. Hasta mañana.
- Hasta mañana, nena. Yo también te quiero mucho –le dije, acariciando su mano en mi hombro.
Miré la tijera, luego al calendario y por último al reloj de pared. Eran las 23:55. El martes no había concluido.
Dejé la tijera en su lugar, le perdoné la vida al almanaque y apagando la luz, me fui a dormir.
Al final, el día valió la pena, como siempre pasa.
Hasta mañana, que descansen.

4 comentarios:

¡Jotapé! dijo...

¿Cómo está la Jessi?

Anita la bibliotecaria dijo...

vos queres q te diga la verdad?


deja vú!




Andas muy ocupado,no? q no estas posteandos seguido.


Cariños a la Mabel

Viejex dijo...

Como un gol a favor en el último minuto...

Anónimo dijo...

por que sera que en estos blog pedorros hay tan pocos comentarios.tan al pedo!!!